La irrupción de VOX y el descontento social por el caso ERE y la corrupción del PSOE ponen fin al dominio en Andalucía de los socialistas que pueden ser desalojados del poder por un tripartito de derechas.

Susana Díaz

Susana Díaz

El batacazo ha sido monumental, Susana Díaz ha perdido en Andalucía unas elecciones que ella misma adelantó para sacar ventaja a sus adversarios y evitar más daños del caso ERE. La intención era mantenerse en el poder, seguir dominando el gran bastión socialista, Andalucía.

 

Las elecciones del 2 de diciembre son el principio de un verdadero terremoto en la política a nivel nacional, y han certificado que el desgaste político de los socialistas era más intenso de lo que pronosticaban todas las encuestas.

 

La llegada de Vox y el rechazo de la figura de Susana Díaz han sido letales para el PSOE en Andalucía que pierde votos por la izquierda, pero además se ha quedado quedado sin apoyo social en muchos barrios medios y populares, donde votantes de clases medias y humildes, tradicionalmente votantes del PSOE, decidieron dar un giro al mapa político regional votando en masa, y sin ocultarlo, a Vox, una fuerza política sin representación parlamentaria, abiertamente ultraderechista, opuesta al actual modelo autonómico, crítica con la inmigración y con posturas nacionalistas.

 

 

La suma de ambos factores –la irrupción de Vox y el rechazo que provoca Susana Díaz– han terminando siendo letales para los socialistas, que daban por hecho que tendrían que buscar socios de gobierno para seguir en el poder pero no contemplaban, ni en la menos optimista de sus proyecciones electorales, un hundimiento tan categórico, que los saca del tablero tras cuatro décadas de hegemonía.

 

 

Los socialistas perdieron 14 escaños. Ni siquiera fueron capaces de sostener el suelo mínimo del 30% de los sufragios. Unos resultados absolutamente calamitosos que sólo pueden explicarse por el hartazgo social que, tras casi cuatro décadas de poder, ha provocado la gestión de Díaz. El desgaste social ha sido tan intenso como para que todo el sistema de poder en Andalucía se venga abajo.

 

Las marcas de derechas –PP, Cs y Vox– suman hasta 59 escaños, cuatro más de lo necesario para la mayoría absoluta, lo que alimenta la posibilidad de que formen un inédito tripartito. No es que la izquierda no se haya movilizado, es que una buena parte de ella ha votado a Vox. Lo que quiebra buena parte de los tópicos sobre la política andaluza, donde las derechas, que nunca han gobernado desde el nacimiento de la autonomía, pueden conquistar San Telmo.

 

Los doce escaños logrados por la formación que lidera Santiago Abascal (385.381 votos) suponen un 11% del electorado, una cifra espectacular si tenemos en cuenta que esta fuerza política no formaba parte del arco parlamentario andaluz, lo que los excluía de los debates electorales. Vox ha conseguido votos de electores del PP, pero también –y no en poca medida– del PSOE, que se ha dejado en estas elecciones 407.876 votos.

Regresar al inicio